Los Apodos en la Educación
Escrito por Miss Carmen Salazar Hernández
Lo tomemos o no con sentido del humor, los maestros siempre hemos sabido que estamos bajo la continua observación de los alumnos, quienes ya sea porque no les gusta la materia que enseñamos o porque nuestra forma de impartir la clase no los motiva, o bien, aunque sí aprueben nuestra actitud frente al grupo, el caso es que será poco probable que escapemos a la adjudicación de algún mote.
De ahí, sobrenombres como “Barco” para el profesor que nos ofrece muchas oportunidades de aprendizaje, “Trasatlántico para aquel que de plano prefiere aprobarnos aunque sabe que no nos hemos esforzado”, o al revés “Terminator” para el docente más exigente y “Dormimundo” para aquel mentor que no capta nuestro interés, y en cuya clase no logramos ahuyentar los bostezos. También me han contado de un maestro a quien llamaban “el Coca Cola” ya que sus clases eran tan estimulantes que los alumnos lo comparaban a la “Chispa de la vida”, así como de una profesora de música que con mucha insistencia intentaba enseñar solfeo ayudándose de las teclas de un piano por lo que la llamaron “Doña Tecla”. En fin, seguramente existen muchos otros ejemplos que reflejan cualidades, actitudes y defectos de los maestros, así como el ingenio de los alumnos en su forma de valorarnos.
Los Padres de Familia tampoco escapan a la posibilidad de quedar etiquetados en el mundo de la Educación. En México acostumbramos calificativos como “Jefe”, que no requiere explicación, “Jefecita” que denota cariño además de aceptación por la autoridad que ejerce nuestra progenitora en la familia y en España se acostumbra llamar ”Madraza” o “Padrazo” a los papás que están completamente volcados en la crianza de sus retoños. Pero desde fines del siglo pasado, en Estados Unidos de Norteamérica, ha surgido una clasificación que poco a poco se va conociendo a través de las noticias y de las redes sociales. Se ha dado en llamar “Padres Helicóptero” a aquellos papás y mamás que ante la angustia que les produce la preocupación de que sus hijos sufran algún fracaso los sobreprotegen en exceso. Resulta bastante gráfica la idea de los papás sobrevolando constantemente sobre sus vástagos, vigilando que nada malo les ocurra.
Posteriormente, surgió el apelativo “Snow Sweeper” (Barredora de Nieve) para aquellos padres de familia que avanzan despejando cualquier obstáculo en el camino de éxito de sus hijos.
A este respecto, Madeleine Levine, psicóloga y autora del libro “Enseña bien a tus hijos porque los valores y las habilidades para lidiar con las cosas importan más que las calificaciones y los trofeos” explica que el “Intensive Parenting” o paternidad intensiva tiene su origen en el gran amor que los padres sienten por sus hijos, pero desconoce lo incapacitante que puede resultar a largo plazo que los niños y los jóvenes crezcan sin aprender a enfrentar los obstáculos que la vida les presenta y las dificultades que deberán enfrentar en el mundo real.
De todo lo anterior, tanto maestros como padres de familia podemos reflexionar sobre el hecho de que aprender a resolver problemas, correr riesgos y superar la frustración son habilidades cruciales en la vida y que si no permitimos que nuestros jóvenes se topen con el fracaso no las adquirirán.
Vamos comenzando un nuevo año, al igual que las oportunidades para desempeñarnos cada día mejor en cualquiera de los roles que representemos: como alumnos, maestros o padres de familia.